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Incidencia colaborativa desde la Sociedad Civil: reflexiones sobre sus beneficios y desafíos

Por Paulina Cerdán Corona

La Sociedad Civil es un actor clave en la construcción de una sociedad democrática e incluyente que, entre otras cosas, tiene un gran valor para aportar en la construcción de políticas públicas que atiendan las necesidades ciudadanas y den atención a problemas públicos complejos. En este breve ensayo, al hablar de sociedad civil me refiero a aquellos grupos de ciudadanos con algún nivel de organización que actúan de forma sostenida en pos de una causa vinculada con mejorar el desarrollo y acceso a derechos de la población.


En su contribución a dichas causas, los actores sociales pueden elegir como una vía de acción la incidencia en políticas públicas; siendo estas herramientas que, por definición, se abocan a resolver problemáticas públicas[1]. Es preciso comprender que la incidencia es una estrategia de mediano plazo para transitar hacia cambios sociales de largo alcance, en cuya definición se conjugan tres factores centrales (Aliar, sf, 69-72): i) La agenda estatal, es decir los temas que resultan prioritarios para las autoridades competentes en determinado momento; ii) Las capacidades estatales para dar respuesta a problemáticas públicas, tanto a nivel de capacidades técnicas como tecnológicas y humanas; y iii) La caracterización de las problemáticas sociales en la dimensión de conflictos públicos, es decir como temas que lleguen a concitar la atención, interés y tracción suficientes de los múltiples sectores sociales vinculados a su atención.


Ahora bien, para efectos de las organizaciones que deciden elegir esta vía de acción y consideran que la incidencia es una estrategia que resulta útil emplear en sus causas y el logro de sus objetivos, emergen interrogantes múltiples: ¿cómo se realiza la incidencia? ¿qué capacidades o herramientas se requiere desarrollar y emplear? ¿qué buenas prácticas y lecciones aprendidas podemos retomar?


A partir del análisis de una diversidad de experiencias de incidencia de la sociedad civil en los últimos 15 años en México, en diversas temáticas y ámbitos de actuación[2], desde el Centro de Colaboración Cívica hemos identificado 6 recomendaciones que pueden ser clave para aquellos actores sociales que eligen la incidencia como una estrategia para lograr sus objetivos.


1. Planear estratégicamente


La generación de una estrategia implica realizar: (i) un análisis del contexto; (ii) un diagnóstico sólido del problema o temática; (iii) una definición de objetivos claros y medibles; y (iv) distinguir entre las causas y las consecuencias, para después pasar al planteamiento de alternativas de acción o propuestas de solución concretas al problema identificado y la elaboración de una ruta crítica con un plan de actividades. Además, acompañar estos ejercicios de planeación con elementos de seguimiento, que permitan monitorear o incluso evaluar los avances hacia los objetivos, lo que se aprende en el camino y lo que se debe ajustar; es sumamente útil para flexibilizar la ejecución de los procesos de incidencia en el camino ante coyunturas y modificaciones del contexto.


2. Análisis de los actores


Resulta necesario identificar el grupo meta o actores concretos en quienes se busca incidir y/o que tienen un interés en el tema que estaré impulsando (autoridades de distintos niveles y poderes, actores internacionales, otros actores de sociedad civil o comunidades, actores del sector privado, medios de comunicación, personas expertas o académicas, entre otras). Además, es necesario analizar a dichos actores para comprender sus intereses y capacidades (distinguir a los actores que deciden, a los que cuentan con capacidad de veto y/o a los que tienen capacidad de influencia, a aquéllos que pueden resultar aliados en diversos momentos de mi estrategia). Este análisis, más allá de brindar información para un análisis robusto, es sumamente útil para ubicar el tipo de relación a construir con cada grupo de interés identificado.


3. Construcción de alianzas y coaliciones


Lo que nos ha mostrado la experiencia es que quienes tienen mayor éxito en la incidencia son las coaliciones, existen pocas referencias de grupos u organizaciones logrando éxitos en materia de incidencia de manera individual. Los interlocutores prefieren hablar con alguien que ya hizo el trabajo de generar consenso con sectores más amplios, de tal suerte que, en muchos sentidos, construir alianzas para hacer propuestas conjuntas resulta una estrategia redituable en un proceso de incidencia. Además, es una oportunidad para mostrar ampliamente que la causa o el objetivo que se persigue trabaja por el interés común. Por último, la construcción de coaliciones plurales y amplias es también una estrategia que permite sumar y combinar recursos múltiples (materiales y humanos), que no es posible que un solo actor u organización reúna por sí solo.


4. Propuestas con solidez técnica y conceptual


Nos referimos con ello a la capacidad la coalición para: (i) sustentar en datos duros el diagnóstico del problema, que convenza a los demás actores de que el problema es el problema; (ii) generar propuestas de incidencia que se basen en datos duros, además de que sean conceptualmente sólidas en la medida que reflejen la demanda ciudadana y tengan viabilidad legal e institucional; y (iii) sistematizar y hacer accesibles temas complejos sin perder la solidez técnica. Esto requiere de múltiples habilidades a nivel de investigación, generación y sistematización de información, e inclusión de actores sociales para contar con insumos tanto técnicos como sociales en el proceso de definición de propuestas y para el momento de comunicarlas. Las experiencias de múltiples organizaciones de la sociedad civil han mostrado que, en la medida que las coaliciones llegan al proceso de incidencia con propuestas sólidas y legítimas, cuentan con una mucho mayor probabilidad de que estas sean adoptadas por los actores en cuestión.


5. Comunicación y difusión


Para múltiples organizaciones, la comunicación en los procesos de incidencia es una estrategia específica dentro del proceso de incidencia, que va ajustándose y respondiendo al contexto y a la etapa del proceso (si se está en una etapa de visibilizar el problema, o de colocar propuestas, o de presionar; la estrategia se ajusta para ello). A través de un adecuado manejo de medios, plataformas y otros canales de comunicación; se puede llegar a generar simpatías de distintas audiencias, a elevar la calidad del debate público y a elevar el costo político de oponerse u obstaculizar una propuesta.


6. Diálogo y negociación con autoridades


Por último, esta acción se materializa básicamente en diseñar y ejecutar una estrategia de negociación específicamente enfocada en las autoridades sobre las cuales se busca incidir. Promover una negociación en la que la coalición y las autoridades en cuestión, logren sus objetivos, construir y sostener una relación de colaboración y comunicación constante, incluir a la pluralidad de actores políticos que es necesario articular para que la propuesta funcione, diseñar y ejecutar mesas de negociación concretas o de trabajo técnico con reglas y condiciones específicas que todos los actores acuerden; son todas ellas acciones centrales en este componente que es orgánico a la incidencia política.


Estas recomendaciones representan una gama de lecciones y aprendizajes de múltiples actores para nutrir a quienes decidan emprender esta vía de la incidencia política, y con el ánimo de continuar construyendo experiencias colectivas que permitan afrontar los problemas públicos más acuciantes en nuestro país. Considerando que en dicho caminar, el papel de la sociedad civil y las estrategias de concertación de múltiples intereses y actores sociales, son centrales para fortalecer la democracia en tanto espacio de lo común y desde donde debemos gestar día con día, el bien común.


[1] Para Oszlack y O´Donell las políticas públicas se entienden como el conjunto de acciones y omisiones que manifiestan una determinada modalidad de intervención del estado en relación con una cuestión que concita la atención, interés o movilización de otros actores en la sociedad civil (Aliar, sf, p.70).

[2] La siguiente sección se informa de diversos ejercicios de sistematización de experiencias y lecciones aprendidas por las OSC mexicanas en el camino de la incidecnia, que el CCC ha documentado en más de una década. Las publicaciones de referencia son las siguientes: i) La incidencia en políticas públicas locales desde Organizaciones de la Sociedad Civil: Sistematización de Experiencias y Lecciones (Disponible en: https://colaboracioncivica.org/publicaciones/la-incidencia-en-politicas-publicas-locales-desde-organizaciones-de-la-sociedad-civil); ii) Buenas prácticas de participación ciudadana para el desarrollo local: #LoretoIdeal (Disponible en: https://colaboracioncivica.org/publicaciones/buenas-practicas-de-participacion-ciudadana-para-el-desarrollo-local); iii) Guía de incidencia en políticas públicas de Infancia y Adolescencia (Disponible en: https://colaboracioncivica.org/publicaciones/guia-de-incidencia-en-politicas-publicas); iv) El Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México y su camino hacia la incidencia legislativa (Disponible en: https://colaboracioncivica.org/publicaciones/libro-de-sistematizacion-del-mndm); v) Manual de participación en políticas públicas de movilidad y desarrollo urbano (Disponible en: https://colaboracioncivica.org/publicaciones/manual-de-participacion-en-politicas-de-movilidad-y-desarrollo-humano); vi) La sociedad civil organizada en un Congreso sin mayorías: Aprendizajes y recomendaciones para un cabildeo ciudadano efectivo (Disponible en: https://colaboracioncivica.org/publicaciones/la-sociedad-civil-organizada-en-un-congreso-sin-mayorias).

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